El nacimiento del cine

El kinetosopio de Edison
Hasta 1890, los científicos estaban interesados principalmente en el desarrollo de la fotografía más que en el de la cinematografía. Esto cambió cuando el antiguo inventor y entonces ya industrial Thomas Alva Edison construyó el Black Maria, una casucha cerca de West Orange, Nueva Jersey, que se convirtió en los laboratorios donde realizaba sus experimentos sobre imágenes en movimiento y el primer estudio de cine del mundo. Edison se había interesado en las posibilidades de la fotografía en movimiento después de oír una conferencia de Muybridge in West Orange. Los experimentos de Edison con fotos en movimiento, bajo la dirección de Dickson, se iniciaron en 1888 con un intento de grabar las fotografías en cilindros de cera similares a los usados para hacer las primeras grabaciones fonográficas. Dickson hizo un avance mucho mayor cuando decidió usar en cambio la película de celuloide de George Eastman. El celuloide era recio y
podía fabricarse en largos rollos, haciéndolo un medio excelente para la fotografía en movimiento que requería grandes longitudes de película.
Entre 1891 y 1895, Dickson tomó muchas películas de 15 segundos usando la cámara de Edison, o Kinetógrafo. Pero Edison decidió no proyectar las películas al público, en parte porque los resultados visuales eran inadecuados y en parte porque pensó que las imágenes en movimiento tendrían poco aprecio del público. En cambio patentado en 1891 el Kinetoscopio. Tenía unos 15 metros de película en un bucle
interminable que el espectador —individual— tenía que ver a través de una pantalla de aumento. El artefacto se ponía en marcha introduciéndole una moneda que activaba el motor eléctrico y ofrecía una visualización de unos 20 segundos. Los nuevos modelos fueron exhibidos en 1893, cuando comienza su fabricación generalizada. El primer salón Kinetoscopio se abre en Nueva York en abril de 1894; contaba con 10 aparatos cada uno de los cuales ofrecía un programa diferente.
Los temas son diversos: un forzudo, lucha libre, una barbería, danzas escocesas, trapecio.Se habían filmado en los nuevos estudios conocidos como "Black Maria".

Los hermanos Lumière
Louis Lumiere y su hermano Augusto (Besançon, 1862-Lyon 1954) eran hijos de un fabricante de placas fotográficas (Antoine Lumiere), en menos de veinte años perfeccionaron un nuevo tipo de placas de gelatina-bromuro cuyo éxito aseguró la prosperidad de la empresa familiar. En 1894, mantenían contactos con Marey y Reynaud, tuvieron la oportunidad de examinar el kinetoscopio de Edison y se interesaron
vivamente por la idea de poder proyectar imágenes animadas (mientras que el Kinetoscopio sólo permitía una visión individual). Tras probar diversos mecanismos, Louis Lumiere inventó el garfio que continúa siendo el mecanismo de avance intermitente de todas las cámaras actuales. En el verano de 1894, fue construida una primera cámara que desembocó en el Cinematógrafo, aparato reversible, es decir apto para la
toma de vistas, para el positivado de copias, y para la proyección. Patentado en febrero de 1895, el Cinematógrafo fue presentado en marzo en París, calle de Rennes, tras una sesión de la Sociedad de impulso a la Industria nacional. Después, a partir de junio, tras diversas conferencias científicas las representaciones públicas de pago comenzaron el 28 de diciembre de 1895. Mientras que en los Estados Unidos las demostraciones públicas de los proyectores Lathamo Armant- Jenkinssólo habían tenido una acogida moderada el Cinematógrafo logró inmediatamente un enorme éxito. Esa resonancia mundial lleva a numerosos historiadores a considerar el 28 de diciembre de 1895 como la fecha del nacimiento del cine.

Los primeros films exhibidos por los Lumière en 1895, eran sencillas escenas callejeras de un minuto de duración, filmadas con la cámara fija, mostrando la salida de obreros de una fábrica (Salida de ob reros de la fábrica Lumière), la llegada de un tren (Llegada de un tresn a la ciotat), y otros acontecimientos
callejeros. Así como anecdóticas imágenes de tranquila vida burguesa y el gag de un regador regado por un pillo. Pese a las modestas ambiciones artísticas de los Lumière, la visión en pantalla grande de la vida en movimiento, causo tal sensación, que algunos creyeron que era un primer paso para la inmortalidad. No
había para tanto, tan sólo acababa de inventarse la manifestación artística más influyente del siglo XX.

El cine en las barracas de feria
La exhibición del cinematógrafo de los Lumière en 1895, causó tal sensación, que otros emprendedores se lanzaron a la producción de films, comprando la patente o utilizando similares inventos de creación propia. Durante estos primeros años del cine, estos productores pioneros vendían las copias de sus películas a los empresarios de barracas de ferias o music-halls, para ser exhibidas en estos locales, como una novedad científica de interés popular. Las salas de proyección especializadas llegaron más tarde.
Las películas que se hacían entre 1896 y 1908 eran de corta duración. Al principio duraban sólo un minuto, y mostraban escenas de calle (llamadas vistas), un acontecimiento de actualidad (real o reconstruido), o escenas cómicas, eróticas y de ejecuciones. Cuando a partir de 1902 proliferan los films de unos 15 minutos
(aproximadamente un rollo) se elaboran pequeñas historias narrativas sobre fantasías con trucos de cámara o persecuciones realistas de delincuentes. Como no se consideraban obras de inspiración, el plagio de films de gran éxito era muy frecuente.

Los pioneros del cine en Francia
Tras el triunfo de su proyección inaugural, los hermanos Lumière, con la intención de difundir el nuevo invento, crearon un grupo de operarios, para filmar vistas y actualidades de los diferentes rincones del mundo, como Vues de Venecie (1896) de A. Promio, y Le couronnement du tsar Nicholas II (1896) de Francisque Doublier. Pero los Lumière eran científicos, y no artistas, y rápidamente hacia 1897, a consecuencia además del incendio del Bazar de la Caridad provocado por un proyector, y la competencia de otros pioneros, se desinteresaron por la producción de films, y se concentraron en la fabricación de material fotográfico. Satisfechos con su contribución a la Historia de la Humanidad, posteriormente los Lumière llegaron también a inventar un primitivo procedimiento de foto en color.

Pero el éxito inicial se fue apagando por el cansancio del público. Las películas que siempre veían eran hechas sobre momentos cotidianos, sobre la vida laboral o familiar.
Y fue la magia y la imaginación de otro hombre, Georges Méliès, que salvó el cine de acabar como un invento más entre tantos de aquella época. Méliès hizo realidad los sueños de las personas, al mostrarlos en las imágenes que se representan en una pantalla. Por fin, la fantasía podía volar a través de la luz. Méliès es el primer inventor de ficciones. Es más, de la ciencia-ficción. Viaje a la Luna (1902) y Viaje a través de lo
imposible (1904) se encuentran entre las mejores muestras del inventor de los trucajes. Uno de los más habituales era hacer desaparecer cosas o hacerlas aparecer de nuevo. Otros eran la sobreimpresión de una imagen sobre otra, las dobles exposiciones o el uso de maquetas.
Charles Pathé marca en Francia el inicio de la industrialización del cine. Los films producidos por la casa Pathé alcanzaron un buen nivel de calidad gracias a la dirección de Ferdinand de Zecca, a quien se debe La Pasion de Nuestro Señor (1902) o El asesinato del duque de Guisa (1904).

Los pioneros del cine en EE.UU.
La Edison (1893), la Biograph creada en 1896 por William K.L. Dickson (colaborador de Edison durante el kinetoscopio) y Eugene Lauste, y la Vitagraph creada por James Stuart Blackton (1875-1941) y Albert E. Smith, dominaron los inicios del cine en Estados Unidos. Al enterarse de la proyección de los Lumière, Thomas Edison se las hizo con un proyector, el Vitascope de Thomas Armat, para poder exhibir sus films en pantalla y creó la Edison Company. Con The Kiss (1896), mostrando un pareja de teatro que se besaba, causó un provechoso escándalo.
El estilo documentalista de los hermanos Lumière y las fantasías teatrales de Méliès se fundieron en las ficciones realistas del inventor estadounidense Edwin S. Porter, a quien se le atribuye en ocasiones la paternidad del cine de ficción. Trabajando en el estudio de Edison, Porter produjo la primera película estadounidense interesante Asalto y robo de un tren en 1903. Esta película, de 8 minutos, influyó de forma
decisiva en el desarrollo del cine porque incluía innovaciones como el montaje de escenas filmadas en diferentes momentos y lugares para componer una unidad narrativa, culminando en una persecución que lograba dar una gran sensación de intriga. Al hacer esto, Porter inició el montaje, uno de
los fundamentos de la creación cinematográfica, proceso en el que diferentes fragmentos elegidos de las
diversas tomas realizadas —o disponibles— se reúnen para conseguir un conjunto capaz de llegar a provocar emociones y a influir en los pensamientos del público. Asalto y robo de un tren tuvo un gran éxito y contribuyó de forma notable a que el cine se convirtiera en un espectáculo masivo. Las pequeñas salas de cine, conocidas como nickelodeones, se extendieron por los Estados Unidos, y el cine comenzó a surgir
como industria. La mayoría de las películas, de una sola bobina, de la época eran comedias breves, historias de aventuras o grabaciones de actuaciones de los actores teatrales más famosos del momento.

El traslado a Hollywood
Viendo que el cine se convierte en un gran espectáculo que supera las barreras sociales e idiomáticas  EE.UU. era entonces un país de inmigración formado por multitud de lenguas y etnias - entra en acción el factor negocio. Con el fin de monopolizar el mercado cinematográfico y acabar con sus competidores, Edison envía a sus abogados contra los explotadores de aparatos cinematográficos . Surge la guerra de las patentes (1897-1906) que, después de una época de procesos, clausuras de salas, confiscación de aparatos y momentos de violencia, da la victoria a Edison.
Ello afectó negativamente a los productores independientes, los cuales, para huir del inventor negociante, marchan al otro lado del país, a Hollywood (California). Productores independientes como Thomas Harper Ince, Cecil B. de
Mille y Mack Sennett construyeron sus propios estudios, que harán la historia del cine americano.

Maestros del cine mudo
David Wark Griffith fue el gran fijador del lenguaje cinematográfico. Sus innovaciones en la
manera de narrar una película revolucionaron el séptimo arte: En sus obras maestras El nacimiento de una nación (1914) e Intolerancia (1915), dividía el film en secuencias, mostraba acciones en paralelo, cambiaba el emplazamiento y el ángulo de la cámara, variaba los planos, usaba el flash-back o narración de un hecho ya pasado. Pero, sobre todo, Griffith asumió que el montaje era el instrumento expresivo más importante con que contaba el cine; que no servía sólo para ordenar secuencias y planos, sino también para emocionar al espectador.
La década de los años 20 fue la época dorada del cine mudo. Entre éstos destacó el slapstick o cine cómico: los pasteles de nata, las locas persecuciones, los golpes, las bañistas...; invento de Mack Sennett que descubrió a Chaplin, Lloyd, Turpin, Langdon... Pero serán dos cómicos concretes quienes harán universal el arte de hacer reír en la pantalla: Charlot y Keaton. Payasos geniales y, a la vez,
críticos con su sociedad deshumanizada, sus gags han hecho reír a niños y a adultos de diversas generaciones, en todo el mundo. De Charlot es La quimera del oro (1925) y de Buster Keaton El maquinista de la General(1926).

De los grandes estudios salen grandes producciones, algunas de ellas muy espectaculares como las que hacía el director Cecil B. de Mille, Los diez mandamientos (1923) o Rey de Reyes (1927); o bien obras maestras de cineastas extranjeras que se establecieron en Hollywood, como Erich Von Stroheim, autor de Avaricia (1924).
El triunfo de la revolución rusa en 1917 hizo pensar a sus dirigentes que el cine podía asumir un papel de adoctrinamiento y propagandístico. Así que encargó a unos cuantos directores el hecho de crear una nueva cinematografía en el país.
Entre estos nuevos cineastas destacaron Dziga Vertov -creador del kino-glaz (cine-ojo)-, Serguei M.Eisenstein -quien sorprendió al mundo con la fuerza de las imágenes y la magistral utilización del montaje en su película El acorazado Potemkin (1925)-, V.Pudovkin, autor de La madre (1926), y A.Dovjenko, director de La tierra (1930). Se trata de productos de vanguardia y de experimentación formal.
En Alemania, los estilos "expresionista" y kammerspiel sorprenden por sus productos ambientados en escenarios irreales o futuristas. El gabinete del Dr.Caligari (1919), de Robert Wiene, Nosferatu (1922), de F.W.Murnau, Metrópolis (1926) o M, el vampiro de Düsseldorf (1931), de Fritz Lang.
Al contrario de los alemanes, los cineastas nórdicos huyen de los interiores angustiosos y hacen de los exteriores, del paisaje, el escenario natural para sus dramas. Destacaron gente como Sjöström, Stiller o Dreyer; éste último dirigió la obra maestra La pasión de Juana de Arco (1928). En el caso de Francia, Louis Delluc fue el principal promotor del impresionismo cinematográfico galo, corriente de vanguardia en la cual contribuyeron L'Herbier, Dulac y Epstein; éste último dirigió La caída de la casa Usher (1927). Al margen de este movimiento destacan también Abel Gance, autor de Napoleón (1927), film donde la técnica de proyección se anticipó al Cinerama- y Jacques Feyder, director de La Atlántida (1921).

Época sonora
El 6 de octubre de 1927 sucede un hecho revolucionario par a la historia del cine: ¡comenzaba a hablar! El cantor de jazz, de Alan Crosland, dejaba escuchar al actor Al Jolson cantando. Se iniciaba una nueva era
para la industria del cine. También para los actores: muchos de ellos desaparecieron como tales al conocer el público su verdadera voz, desagradable o ridícula, que no correspondía a la apariencia física.
¡Desaparecían los intertítulos! Los actores y actrices tuvieron que aprender a vocalizar correctamente.
La implantación del sonoro coincidió con el crack económico de 1929 que ocasionó una Gran Depresión en los EEUU. Miles de ciudadanos encontraban en el cine momentos para huir de los problemas cotidianos. Hollywood se dedicó a producir títulos basados en los géneros fantástico, la comedia, el
musical o el cine negro, con el fin de exhibir productos escapistas. Es el momento de directores como Lubitsch -autor de Ser o no ser (1942)-; Capra - maestro de la comedia americana, con títulos como Sucedió una noche (1934) o Vive como quieras (1938); Hawks -director de Scarface (1932)-; Cukor,
autor de Historias de Filadelfia (1940)-; John Ford -conocido sobre todo por sus "westerns" épicos, como La diligencia (1939); o Josef von Sternberg - cineasta alemán que dirigió El ángel azul (1930)-. Este cine de entretenimiento general tiene la excepción con el hecho por King Vidor, cineasta sensible a los problemas de
las capas populares, como lo reflejó en El pan nuestro de cada día ( 1934).
Este compromiso estético con los menos favorecidos fue más fuerte en Europa. En Francia, coincidiendo con el Frente Popular, Jean Renoir mostraba la vida cotidiana y laboral de los trabajadores, incluso utilizando de auténticos como protagonistas de algunos de sus films, como en La regla del juego (1939),
título que, además de su carga de naturalismo, supuso nuevas aportaciones estéticas.
El cine en color llega en 1935 con la película La feria de las vanidades, de Rouben
Mamoulian, aunque artísticamente su plenitud se consigue en el film de Victor Fleming, Lo
que el viento se llevó ( 1939).
El cine de animación se fue implantando entre los gustos del público, especialmente entre los más pequeños. Walt Disney es el creador americano predilecto incluso más allá del propio país.
Frente a directores con planteamientos principalmente comerciales, hacen aparición otros con nuevas inquietudes estéticas. Es el caso de Von Stroheim, Hitchcock o Orson Welles; éste último realizó las obras maestras Ciudadano Kane (1941) y El cuarto mandamiento (1942).
Cuando la Segunda Guerra Mundial estalla, el cine se basa en la propaganda nacionalista, el documental de guerra o el producto escapista.

La postguerra
Al terminar la guerra, en una Italia destrozada, aparece el llamado cine "neorrealista", un cine
testimonial sobre la realidad del momento, hecho con pocos medios materiales pero con mucha
humanidad, preocupado por los problemas del individuo de la calle. Roma, ciudad abierta (1944-
46), de Rossellini, Ladrón de bicicletas (1946), de Vittorio De Sica, o La terra trema (1947), de Visconti, suponen una mirada sobre los problemas de subsistencia de los más humildes.
En los EEUU, las películas o bien denotan un tono pesimista donde los personajes reflejan los padecimientos y angustias pasadas a lo largo de la guerra o como consecuencia de ella, o bien se inspiran en
la comedia o el musical porque el público -a la vez- necesita "olvidar".
Cuando en 1947 se inicia la "guerra fría" entre Occidente y la URSS, en los EEUU comienza un período de conservadurismo político que llega a afectar a Hollywood, especialmente a los cineastas de izquierda, los cuales son perseguidos, denunciados y condenados. A este período, que se prolongó hasta 1955, se le conoce como "mccarthysmo" o "cacería de brujas". Algunos cineastas, como Chaplin o Welles, optaron
por el exilio.

Los años 50 representan para los norteamericanos una nueva época de bienestar que cambió el estilo de vida, sobre todo en lo que se refiere al ocio. La adquisición de televisores supone un fuerte competidor para el cine. El número de espectadores disminuye y hay que buscar maneras para recuperarlo. La mejor forma será dándole al público lo que la pequeña pantalla no puede: espectacularidad. Es entonces cuando la pantalla crece, se proyecta en color y el sonido se convierte en estéreo. Aparece el Cinerama, el Cinemascope, el relieve la VistaVision...
Se imponen los musicales -como Cantando bajo la lluvia (1952), de S.Donen y G.Kelly-, y las
superproducciones. Hacen aparición nuevos mitos de la pantalla que rompen los esquemas de
comportamiento social convencionales, como Marlon Brando, James Dean o Marilyn Monroe. 
Los jóvenes se convierten en un público potencial importante; es la época del rock, como West Side Story. Es también la década de los grandes melodramas y de la consolidación de los géneros, como en el
caso del thriller; un buen ejemplo de éste último lo tenemos en los films de Hitchcock, Vértigo
(1958) o La ventana indiscreta (1954). A finales de los años 50 el cine francés se encontraba
estancado. Una nueva generación de realizadores aportan oxigeno al cine, bajo la denominación
nouvelle vague, un cine igualmente hecho con pocos medios pero con fuerza innovaciones
estéticas: Godard, Truffaut, Chabrol , Rohmer.

A lo largo de los años 60 surgirán también nuevos cinemas. En Suecia, Ingmar Bergman asume un cine introspeccionista donde la psicología de las personas, sus angustias y sus dudas existenciales, pasa a ser el referente principal. En Italia, Antonioni, Pasolini, Bertolucci, Visconti y Fellini optan por un tipo de cine poético. . En Gran Bretaña, el free cinema se encuadra dentro de una estética contestataria, crítica para con su sociedad puritana y clasista; plantea las inadaptaciones sociales que ocasiona la vida en las grandes ciudades industriales y la soledad d el hombre contemporáneo en ellas. En la Alemania federal, el "nuevo cine alemán" generó cineastas como Fleischmann, Fassbinder, Herzog o Wenders.
Hay que tener en cuenta en todos ellos la influencia del "mayo del 68". En aquellos países europeos bajo regímenes no-democráticos, una serie de cineastas defensores de las libertades aportan productos igualmente creativos. Es el caso de Wajda, Kawalerowicz, Zanussi o Polanski en Polonia;
Gabor, Szabo y Jancso en Hungría; Forman, Menzel, Nemec o Txitylova en Checoslovaquia; Kozintsev o Txujrai en la URSS. En los EEUU la nueva generación de directores se forman en la televisión. Se trata de unos cuantos cineastas inquietos también por hacer un nuevo cine narrativamente más independiente que no por el producido tradicionalmente por Hollywood; directores como Cassavettes, Lumet, Mulligan, Penn o Nichols. Muchos de ellos operaron desde Nueva York y crearon el cine underground, anticomercial, antihollywood y de vanguardia. Paralelamente, algunos géneros que requieren grandes inversiones, como las superproducciones o los musicales, ofrecen sus últimas grandes muestras.

A finales de los años 70, y después de unos años de cine espectacular basado en el catastrofismo -quizás como reflejo del retorno del peligro atómico-, se impone la recuperación de la superproducción des del punto de vista de la calidad y de la rentabilidad. Concretamente de la mano de Georges Lucas -autor de La guerra de las galaxias (1977)- y de Steven Spielberg, realizador de Encuentros en la tercera fase (1977)-. Paralelamente, otros directores apuestan por un cine igualmente comercial pero tratando con un estilo de realización muy personal y creativo, como Ford Coppola, Scorsese, Brian de Palma, Burton, Lynch... Son unos años en los que o se cuestiona todo -como en el caso de los films sobre Indochina- o se retorna al pasado con nostalgia; abundan los remakes y el fantástico.

En los años 80, la aparición e introducción del vídeo, y el aumento de los canales televisivos por vías diferentes, hacen que el público vea más cine que nunca, sin salir de casa. Es preciso buscar de nuevo espectacularidad: películas con muchos efectos especiales prueban de atraer a los espectadores hacia la sala oscura. Actores musculosos se convierten en héroes de la pantalla en títulos violentos cuando no reaccionarios. Frente a este cine consumista aparecen autores más preocupados por los temas políticos y, sobre todo, por la injerencia de los EEUU en otras zonas. También son tiempos de grandes melodramas y de recuperación de la comedia; en ésta última destaca Woody Allen. La globalización de la economía afecta al cine norteamericano que se alía con la industria electrónica oriental.

Comenzada la década de los 90, la crisis de ideas se apoderó del cine norteamericano; así que decidió inspirarse en los héroes del cómic, aprovechándose de los nuevos procedimientos para la creación de efectos especiales. Géneros como la comedia clásica, los grandes dramas, los dibujos animados, el 
fantástico el western han retornado con fuerza; géneros tradicionales a los cuales se les ha de sumar la sexualidad como ingrediente importante en diversos films y la aparición de un nuevo grupo de actores jóvenes conocidos como la "generación X", además de actores infantiles intérpretes de películas familiares.
Llegados a los cien años de cine, el procedimiento basado en la fotoquímica se alía con las nuevas tecnologías electrónicas y de los estudios salen películas donde el ordenador ha tenido mucho que ver en el proceso de obtención o manipulación de las imágenes. Hombres de carne y hueso transformándose en hombres cibernéticos, los grandes saurios paseándose en pleno siglo XX, protagonistas dando la mano a personajes muertos hace décadas... De la mano de la electrónica aparece la realidad virtual.

Fuente: http://www.ite.educacion.es/